viernes, 29 de mayo de 2009

De camino a Berlín - Alemanía



Berlín es sin duda el lugar más interesante de Europa, por su hitoria su gente. El que se interese por el arte y al que le gusta la vida nocturna, el que es aficionado al deporte etc. le recomiendo visitar esta magnífica ciudad.



Berlín fue el centro de la historia, el mundo estuvo dirigida a ella durante décadas, el convulso pasado de la ciudad se puede sentir todavía en muchos rincones y dejó profundas marcas en la geografía social, arquitectónica y urbaba en general de la nueva Berlín.

Prenzlauer Berg es uno de los barrios de moda y en los últimos años es el que más crecimiento presenta gracias a la multitud de jóvenes y nuevas familias que se han trasladado a él. El ambiente juvenil se ve reflejado en la multitud de bares y cafés que allí se encuentran, al igual que en el barrio de Friedrichschain, otro de los más frecuentados por los jóvenes berlineses durante las noches del fin de semana.


Todavía hoy se aprecian las diferencias entre los barrios más alternativos del Este y la elegancia y tranquilidad del Oeste. Charlottenburg, por ejemplo, está atravesado por algunas de las avenidas más famosas de la ciudad, con tiendas caras y grandes escaparates. Más al Este aún se extiende el barrio de Spandau, que casi podría constituir un núcleo de población propio independiente de Berlín.

A medida que uno se aleja del centro de la ciudad predominan las zonas residenciales, donde reina la tranquilidad y uno apenas percibe que esté viviendo en una de las grandes capitales de Europa. Pero incluso viviendo en el mismo centro de la ciudad, nunca se sentirá uno agobiado por la multitud o por el tráfico. A diferencia de en otras urbes europeas, en Berlín es raro encontrarse con aglomeraciones; se puede pasear tranquilamente por calles prácticamente vacías a cualquier hora del día, y ni siquiera en las horas puntas percibe uno el estrés que se respira en lugares como Madrid o Londres.

Atravesando la Puerta, ya en el antiguo Berlín Oeste, no se puede dejar de visitar el edificio del Parlamento alemán, el “Reichstag”, cuya cúpula diseñada por Norman Foster es una joya de la arquitectura moderna. No lejos de allí, y tras atravesar el imponente monumento a los judíos asesinados en Europa, se llega a la renovadísima Potsdamer Platz, donde el Sony Center constituye el único intento de convertir Berlín en una moderna capital de rascacielos.

Pero además de las visitas típicamente turísticas, existen multitud de elementos que permiten hacer un acercamiento al pasado de la ciudad. La iglesia Kaiser-Wilhelm-Gedächtniskirche, destruida durante la guerra, o la East Side Gallery, uno de los fragmentos más largos del Muro que se conservan, pueden ser un buen punto de partida. Quien quiera profundizar más puede dedicarles una visita a alguno de los museos o centros de documentación especializados que recorren toda la historia del Muro, el Berlín nazi, o la Guerra Fría, como el Centro de Documentación del Muro, el Centro de Documentación de la Stasi o el DDR-Museum.

Una visita a la ciudad no puede concluir sin antes conocer su lado más bohemio. El paradigma de esta faceta alternativa de Berlín lo constituye la antigua casa “okupa” de Tacheles, que cada año debe luchar por seguir funcionando como centro cultural ante aquellos que pretenden sustituirla por edificios modernos con un uso más comercial.

Consejos para los turistas en Berlin

En Berlín conviene siempre llevar dinero en metálico encima. Existen todavía un gran número de establecimientos de todo tipo (restaurantes incluidos) que no aceptan el pago con ninguna de las tarjetas de crédito o débito que habitualmente se utilizan. En muchos casos, sólo se permite el pago con una tarjeta especial propia de Alemania denominada EC-Karte. Por tanto, si se tiene previsto permanecer unos cuantos meses en la ciudad, no está de más abrir una cuenta en cualquiera de los bancos o cajas alemanes y solicitar una tarjeta de este tipo. Con ella podremos pagar en supermercados, tiendas, expendedoras de billetes, etc. sin problemas.

El transporte en Berlín es una de las pocas cosas que se pueden considerar relativamente caras. Un billete sencillo cuesta más de dos euros, y un abono diario más de seis. Existen abonos mensuales por unos setenta euros y diferentes tipos de abonos anuales. En todos los casos se pueden solicitar descuentos especiales de distinto tipos (billetes de grupo, para estudiantes, para trabajadores en prácticas, para familias, de fin de semana, etc.).

Los billetes permiten utilizar todos los medios de transporte disponibles: autobuses urbanos, metro (U-Bahn), tren urbano (S-Bahn), tren regional dentro de la ciudad, tranvía, e incluso algunos barcos en determinadas zonas del Spree (el río de Berlín). En general sólo se pide enseñar el billete al subir al autobús; en los demás casos se puede acceder al vehículo sin pasar por ningún tipo de control. Sin embargo, se realizan controles aleatorios continuamente por toda la ciudad, especialmente en periodos críticos como el comienzo del curso escolar, y en los horarios y líneas más transitadas. Por tanto, si queremos evitar una multa y un disgusto, es recomendable comprar el billete correspondiente siempre que se vaya a utilizar el transporte público.

Aparte de los descuentos ya mencionados, existe una opción alternativa para aquéllos que cuenten con presupuestos muy ajustados. A la entrada de muchas de las estaciones se sitúan mendigos y gente sin hogar que viven de las limosnas de los viajeros y de la venta de billetes usados. Se les puede preguntar si tienen algún billete usado que nos sirva para el recorrido que pensamos hacer, y nos lo venderán por un precio bastante menor del que habría tenido en taquilla o en las máquinas expendedoras (aunque también tendrá una duración menor, lógicamente).

En Alemania es casi obligatorio añadir a cada cuenta una propina de un 10 % aproximadamente. Esto se aplica a cualquier bar, cafetería o restaurante donde uno sea atendido en la mesa por un camarero (no así si se pide en barra, por tanto). Una vez que indiquemos que queremos pagar y nos comuniquen el importe total de la cuenta, habrá que decirle al camarero directamente cuánto queremos que se cobre; en general se considera de cierto mal gusto dejar la propina sobre la mesa al abandonar el local.

Desde el punto de vista meramente turístico, hay que tener claro cuál es la mejor época para visitar Berlín. Aunque los meses de verano y Diciembre son los más lluviosos del año, coinciden también con los mejores momentos para visitar la ciudad. A partir de mediados de Abril y hasta principios de Octubre la probabilidad de disfrutar de una ciudad soleada aumenta.

La primavera y el verano tienen el encanto de los jardines verdes y floridos, los festivales de música al aire libre, las terrazas de los bares, las playas y los clubes a la orilla del río…; el otoño nos sorprenderá agradablemente con una ciudad llena de colores gracias a los árboles cuyas hojas empiezan a amarillear. Por otro lado, Diciembre es un mes muy bonito para visitar cualquier ciudad alemana, puesto que nos permitirá disfrutar del encanto de sus típicos mercadillos navideños callejeros. Durante el resto de meses es probable que nos encontremos con días muy fríos y cielos continuamente nublados, por lo que puede que la imagen que nos llevemos de la ciudad sea bastante más gris de lo esperado. Además, a partir de Noviembre y hasta mediados de Febrero anochece entre las cuatro y las cinco de la tarde, por lo que el tiempo que tendremos disponible para disfrutar de la ciudad con luz natural se verá reducido considerablemente.


Fotografías de Berlin





















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